Durante las dos últimas décadas, los futbolistas australianos han venido
gozando de una fuerte presencia por Europa y, más recientemente, Asia. Según el
último recuento, había unos 150 jugadores de Australia militando en clubes
extranjeros.
Pero no siempre ha sido así. Joe Marston protagonizó una insólita
historia de éxito en los años 50, e hicieron falta varias décadas más antes de
que un solitario y, desde luego, valiente individuo allanase el camino. Craig
Johnston no sólo superó una barrera, sino que se labró un camino a base de
empeño. Para un futbolista australiano, una carrera profesional era una rareza en sí misma, pero Johnston llegó a la cima jugando en un Liverpool a tope de su poderío en la década de los 80. Allí ganó 10 trofeos importantes, incluida la Copa de Europa.
No hay ningún obstáculo infranqueable
Muchos adolescentes fantasean con convertirse en un futbolista profesional. Pocos ven cumplido su sueño, y aún menos lo consiguen a base de echarle agallas y carácter. Johnston le dijo a un maestro de su colegio que jugaría profesionalmente al fútbol cuando creciera y, quizás espoleado por tener que aguantar las burlas de ese mismo maestro, el quinceañero de las afueras de Newcastle (el que está a unas dos horas al norte de Sydney) se propuso metódicamente alcanzar su meta.
El Middlesbrough hizo una inusitada visita a Newcastle en 1975, y al
adolescente Johnston le inspiró lo suficiente como para escribir a ése y a
otros cuantos clubes ingleses solicitando una prueba. El que se viese obligado
a perderse el partido de la gira por culpa de una estancia en el hospital
(donde le dijeron que nunca volvería a jugar al fútbol) no hizo sino añadir
otro escollo más al viaje contra la adversidad de Johnston.
Sus padres especularon con el dinero de la venta de su casa para
financiarle un viaje a Inglaterra. Con su pelo decolorado por el sol, el
ingenuo adolescente estaba fuera de lugar en más de un aspecto en el frío
noreste de Inglaterra. El entrenador del Middlesbrough, todo un ganador de la
Copa Mundial de la FIFA 1966™ como Jack Charlton, le dijo al chaval que estaba
perdiendo el tiempo. No obstante, Johnston, con la ayuda de un segundo viaje al
mismo club, acabó prevaleciendo y obteniendo un contrato de aprendizaje.
El tenaz australiano se abrió camino hasta el primer equipo del
Middlesbrough, tres duros años después de aquella trascendental noche en su
ciudad natal y disfrutó de tres años en el primer equipo, pero fue una sorpresa
que el flamante campeón de Europa, el Liverpool, llamase a su puerta en 1981.
En sus primeras campañas en Anfield, Johnston, que jugaba por lo general
de interior, solía salir desde el banquillo. Después, el centrocampista se
afianzó como titular, y contribuyó jugando con regularidad a que el Liverpool
conquistase un triplete (liga inglesa, Copa de la Liga y Copa de Europa) en
1984.
Así se convirtió en el primer australiano que alcanzaba cotas tan altas,
pero Johnston descartó la opción de jugar con su selección, dados los viajes de
larga distancia que llevaba aparejados y las exigencias del Liverpool. “Jugar
al fútbol con Australia sería como hacer surf representando a Inglaterra”,
declaró el jugador por entonces, haciendo gala de su característico sentido del
humor. Merced a sus antepasados escoceses e irlandeses, y a su residencia en Inglaterra,
Johnston tenía otras opciones, y decidió decantarse por Inglaterra. Sin
embargo, no pasó de jugar algunos partidos con el combinado nacional ‘B’ y de
sentarse en el banquillo con la selección absoluta.
El Liverpool vivió una inusual campaña sin ganar títulos en el curso
1984/85, pero recuperó la forma al año siguiente, que cerró con el momento
individual más grandioso en la carrera de Johnston. Como en muchos otros
rincones del planeta, el fútbol televisado en directo era una rareza en Australia
en aquella época. El único partido que se retransmitía en directo en todo el
año era la final de la Copa de Inglaterra, que concentraba la atención
anualmente de los aficionados al fútbol del país. Cuando Johnston marcó para
los Reds en una épica final contra el Everton, fue un momento
trascendental para el balompié australiano. Aunque era más de medianoche en Australia,
el mítico salto de celebración de Johnston en Wembley (en consonancia con su
apodo en tierras inglesas: Saltarín) fue imitado en las salas de estar
de miles de hogares aquella noche.
Hay cosas más importantes que el fútbol
Dos años después, la Copa de Inglaterra deparó una experiencia opuesta para Johnston, pues los Reds sufrieron una de las mayores campanadas vividas en una final. El Wimbledon sorprendió al flamante campeón de liga; una derrota que resultó triste para Johnston en más de su aspecto. Aquella tarde en Wembley, jugó su 271º y último partido con la camiseta del Liverpool…
Con sólo 27 años, Johnston hizo lo impensable y se retiró. Su hermana
había sufrido un accidente que puso en peligro su vida, y necesitaba asistencia
las 24 horas del día. Ninguno de los intentos por convencerlo a cargo del
entrenador Kenny Dalglish ni de los directivos del club de Anfield pudo hacerlo
cambiar de opinión. Johnston se había labrado una carrera sentando sus propias
condiciones y, tras haber tomado el camino menos convencional hacia el éxito,
la concluyó de una forma igual de idiosincrásica.
Jamás se ha estado quieto…
Incluso bastante después de retirarse del fútbol, Johnston ha conservado un entusiasmo, una energía y una creatividad juveniles. En la década de 1990 ayudó a diseñar una innovadora y famosa bota de fútbol, y ha dedicado mucho tiempo a su afición por la fotografía. Actualmente vive a caballo entre Florida y Australia.
En 2005 fue incorporado al Salón de la Fama de la Asociación Australiana
de Fútbol. Tres años después recibió el máximo galardón que concede el
sindicato de futbolistas profesionales australianos; un reconocimiento que
anteriormente sólo habían obtenido Marston y todo un icono de los Socceroos
como Johnny Warren.
Johnston afirmó que esperaba que su carrera pudiese “inspirar a otras
personas con sueños aparentemente inalcanzables a alcanzar sus propias metas”.
Muchos internacionales australianos actuales mencionan a Johnston como su
fuente de inspiración en la niñez; el más famoso Tim Cahill. Desde luego, el
legado de Johnston es innegable.
Fuente: Fifa.com
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