Encuentre LA motivación para
ejercitarse
Todos necesitamos
una motivación pero esta es distinta para cada persona. ¿Sabe cuál es la suya?
Que es bueno para
la salud, que es necesario para perder peso, que sirve para liberar estrés, que
permite aumentar el nivel de energía…
Estoy segura de
que los beneficios asociados a la actividad física le son conocidos.
Sin embargo,
saberlos muchas veces no es suficiente para lograr pasar del “debo/quiero/voy a
hacer ejercicio” a realmente hacerlo.
Todos necesitamos
una motivación, un algo que, cuando lo recordemos, sea capaz de ganarle a la
pereza, al frío, a la lluvia, a la agenda y a todos los demás “peros” que pasan
por nuestra mente cuando no tenemos ganas de hacer ejercicio.
“El ejercicio se
trata de mover el cuerpo pero no lo vas a lograr a menos de que movás de tu
mente los bloqueos mentales primero”, dice la entrenadora Paige Waehner.
¿Y cómo moverlos?
Hacer ejercicio
porque sí no los va a mover ni con grúa.
Tiene que tener
un significado valioso, un propósito que le ataña personal y directamente y que
vaya más allá de los beneficios generales asociados que ya se sabe de memoria.
Para otros podría
ser visualizarse más delgados o más musculosos a largo plazo o simplemente más
felices y más llenos de energía a cortísimo plazo (al terminar la sesión de
ejercicio).
La motivación
también podría ser una recompensa que se dará después de haberse ejercitado.
Nunca recomiendo premiarse con comida (¡ni que fuera un perro!) pero sí con un
masaje, un paseo, una película, un nuevo look o algún lujillo por el que valga
la pena ir a hacer ejercicio aún cuando no tiene ganas. Incluso, sé de algunos
que se motivan comprándose ropa deportiva nueva. Es bonito verse bonito, ¿o no?
Hay quienes me
han dicho que repetirse frases motivacionales es lo que los mueve para empezar
cada nueva sesión de entrenamiento e, incluso, para terminarla.
Tener a alguien
con quien ejercitarse es una excelente motivación. Sea un equipo, un
entrenador, un amigo con quien salir a correr… A nadie le gusta quedarle mal a
los demás así que si no logra comprometerse consigo mismo, quizás pueda hacerlo
con otros. Además, si esta persona es más hábil que usted, puede hacerlo
mejorar su desempeño.
La motivación también
puede venir de otras personas que tal vez no se ejercitan con usted pero a
quienes usted admira; o personas que por alguna razón no pueden hacerlo y que
lo hacen sentir afortunado de que usted sí puede. A veces dedicarle determinado
esfuerzo a alguien puede lograr que hagamos cosas sorprendentes.
Inicialmente, la
mía fue que me volviera a quedar un pantalón en el que había dejado de entrar
después de subir 10 libras.
Ahora ya me queda
el pantalón y mi motivación diaria es imaginarme a los chicos que llegan sin
falta a mis clases, con quienes siento el compromiso de no quedar mal y quienes
me inspiran a hacer “una más” cuando ya estoy cansada.
¿Y la suya?
Defina qué es lo
que quiere ganar con la actividad física que se propuso y recuérdeselo cada vez
que quiera detenerse o que no quiera empezar del todo. Esa será su motivación
para hacer ejercicio aún cuando no tenga ganas.
CAROLINA RUIZ
VEGA
Fuente: elfinancierocr.com
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